Las Asambleas de Dios de Chile

Es una entidad religiosa, sin fines de lucro, constituida legalmente el del 20 de Marzo de 1953. Para todos los efectos legales, tiene domicilio en la ciudad de Santiago, Región Metropolitana, y filiales o sedes en todas las regiones del país, como también tiene presencia en la mayoría de los países del mundo. Su duración es indefinida, y el número de los miembros es ilimitado.

Sus origenes en Chile

En el año 1945 llegaron al país, por vía marítima, los primeros misioneros norteamericanos que venían para dar comienzo a la obra de Las Asambleas de Dios. Se trataba de las parejas misioneras formada por los esposos Teodoro y Catalina Bueno, quienes habían servido desde 1928 en Venezuela y Cuba. Cyle y Helen Davis quienes desarrollaron un prolongado y fructífero ministerio en nuestro país por más de 40 años. Emilio y Rosa Schneider; Everett y Marjorie Devine, quienes sirvieron por más de 20 años en Chile.

Dentro de poco se unieron a estas parejas misioneras algunas misioneras solteras. La Hermana Gene Brown y la hermana Bessie MacPate (esta última fue reemplazada poco después por Evelyn Austin).

Los nuevos misioneros comenzaron a desarrollar actividades tan pronto como pudieron darse a entender en el idioma del país. Los esposos Bueno dieron inicio a la obra en Ñuñoa, en Santiago. Los esposos Schneider fueron a la ciudad de Valdivia, en el sur del país y allí iniciaron la obra. Los esposos Devine se instalaron en Valparaíso, y dieron inicio a la obra en el Cerro Playa Ancha. Los esposos Davis, dieron inicio a la obra en la calle Cuevas con Ñuble, en Santiago. También tuvieron una participación destacada en el comienzo de la obra en San Bernardo, donde colaboraron con las hermanas misioneras Eugenia (Gene) Brown y Bessie MacPate.

Las Asambleas de Dios y la Biblia:

Las Asambleas de Dios son iglesias con un apego notable a la Biblia y consideran las Sagradas Escrituras como inspiradas por Dios. La Biblia es estudiada, enseñada y predicada. Y como reza la Declaración de Fe: “La Biblia es nuestra única regla de fe y conducta”.

Esta actitud está en contraste con otras dos posiciones: (1) La de quienes consideran que la Biblia es un libro antiguo, lleno de fábulas y mitología, y que predican sola-mente aquellas declaraciones que están de acuerdo con la así llamada “ciencia”; y (2) La de aquellos que le tienen una especie de temor supersticioso a la Biblia y que por eso mismo se abstienen de leerla o estudiarla. Estos últimos defienden su posición diciendo que la “letra mata”, y que el Señor recomendó por alguna razón, “no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación”. Estos, para suplir su falta de material de predicación, recurren a la narración de “experiencias”, o “sueños” de lo cual resulta una tremenda desinformación bíblica entre los miembros.
Tanto la posición de los modernistas como la de quienes manifiestan temor supersticioso por el estudio de las Sagradas Escrituras, vienen a parar en lo mismo; en la más absoluta y trágica ignorancia respecto de algo tan importante como es la Palabra de Dios.

Por esto, las Asambleas de Dios han procurado, desde sus comienzos, formar pastores con un buen conocimiento de las Sagradas Escrituras. Los Institutos Bíblicos de nuestra organización procuran inculcar en todos sus alumnos un gran amor y res-peto por la Palabra de Dios, y el hábito del estudio reverente de ella. Así, aunque en muchos de los casos los pastores de Las Asambleas de Dios no destacan por su conocimiento de materias seculares, ni aun por el conocimiento de ciertas disciplinas bíblicas, como la exégesis, sin embargo su conocimiento de las declaraciones del Libro de Dios resulta verdaderamente notable.